lunes, 12 de enero de 2009

¡cascorro, que bien te veo!


Pues como el blog está para escribir, y normalmente no sé que demonios poner, he decidido dedicarle unas lineas al Rastro de Madrid y asi de paso desanquilosarme un poco los dedos.
La sensacion al llegar, aunque hoy dia un poco menos, sigue siendo de nerviosismo. es un poco como cuando de niño iban a venir los reyes. hay tantas cosas, te puedes encontrar con cada tesoro. Un euro en el rastro te puede arreglar un mal fin de semana, y veinte no digamos. me gustan especialemente las calles de los cachibaches, esos puestos en los que parece volcado el Sindrome de Diogenes de centenares de personas, donde se puso por primera vez de manifiesto el significado moderno de la palabra "reciclaje". ¿Esas gafas dosmil pesetas? solo llevo mil, la cara del anciano torcida porque está perdiendo dinero y la tuya de que le estas haciendo un favor. El tio de los vasos que toca clásicos, el manco que toca la guitarra que te caes de culo, el que vende palodul o como coño se escriba. Solo una vez de todas las que he ido al rastro no ha hecho sol. Ese dia me compré la primera de una serie de gorras grises que solo encuentro allí, asi que tambien fué un buen dia.
No pierdo esa sensacion especial cuando estoy llegando, aunque esté atenuada. Porque sé que será una buena mañana, coronada con el tapeo y cañeo. Y sentenciando una buena tarde disfrutando con la matizacion de mi nueva gorra, trasto, cachibache, libro...
A mas ver cascorro.