martes, 16 de febrero de 2010

continuamos

PROLOGO
Que hartura. ¿Como seguir? ¿Que aliciente le debo encontrar a rebuscar en la basura? Somos patéticos, unos necios. Hace tan solo unos cientos de años la naturaleza era mas que capaz de proveernos de lo que necesitabamos. Ahora no somos capaces de ver mas allá de lo que es el producto desechado y su modo de reciclaje.
Somos auténticos especialistas y estamos bien pagados. Agua, papel, plástico, minerales, metales, etc.... Aun así, meros mercenarios pagados por las compañias mas ricas, que ayudan a que sus productos sean mas rentables. Pero gestionados por las fuerzas militares, que son las únicas capaces de administrar los recursos derivados del desecho. las estrategias mas sucias son las empleadas habitualmente por las fuerzas armadas para conseguir recursos en forma de metal, aleaciones, y combustible para proveer de todo lo necesario a toda la población asentada en superficie.
Año 2576: hay centenares de colonias humanas en el universo. la mayoría de las colonias tienen una población nunca imaginada por los científicos que promovieron la migración. estas colonias carecen en su mayoría de minas que provean de materiales suficientes a ellos mismos. así que ni hablar de proveer a la Tierra, que es la mayor consumidora de recursos, para seguir colonizando y asentándose en el exterior.
Las minas que hay, producen un buen montón de recursos, pero es caro. Es caro en relación con el beneficio que se obtiene del reciclado. A finales del siglo XXI y debido a la necesidad, se llego a un dominio de la tecnología recicladora y una rentabilidad tal, que encareció en demasía las minas, las cuales aun son vitales.

Me llamo Arbold Ceriam y soy coronel del 1º de recicladores de las fuerzas armadas de la Alianza Solar del Gran Rojo.


CAPITULO 1

-¡Salimos del hiperespacio mi coronel!
-Ya me he dado cuenta teniente (bufó) ¿Está todo según los informes preliminares de las sondas?
-¡Afirmativo señor! respondió el teniente, colorado ante la respuesta de su coronel, dado que su aviso era obvio, aunque el sabia que debía darlo.
-¿Mando las naves ligeras Coronel?
-Aguarde unos minutos teniente, si todo está como dicen las sondas ya no tenemos prisa. acerquemonos al máximo para economizar combustible de las naves pequeñas y lance cuando queden menos de tres minutos para el contacto.
El teniente dejó que la nave nodriza se deslizase por el espacio hasta que observó en los controles que la orden dada por su superior era susceptible de ser ejecutada.
Acercó su cara al centro del panel de control y pronunció: reciclen.
Varios Centenares de naves pequeñas salieron de la panza de la gran nave nodriza y se dirigieron al ataque de su objetivo...
..., En órbita geoestacionaria alrededor de un planeta fértil, se encontraba el entramado de minas que esparcía su estructura como tela de araña sobre un buen montón de asteroides de gran calibre que componían los anillos del planeta.
-Punzón Uno a Jefe Punzón
-Adelante Uno
-Tengo lecturas de actividad a tres fases de aquí alineado con el ecuador del planeta
-Confirmado Uno, manten rumbo. Es una escuadra de defensa demasiado débil. Probablemente la mantengan solo para tareas de patrulla. Si tenemos suerte y se acercan lo bastante la reciclaremos también. Seria un buen tanto, pero tenemos que centrarnos en la mina, y esa patrulla probablemente lo único que hiciese sera huir y distraernos.
-Comprendo señor.
-Un minuto para el contacto señores. recordad: esa mina tiene defensas en forma de laseres y algún que otro cañón gauss. la defensa planetaria también estará al tanto así que debemos usar el cinturon como abrigo. no quiero a nadie haciendo ochos fuera del anillo.
Antes de que acabase el minuto, fogonazos en la superficie del planeta indicaron que ya habían empezado a defender su propiedad. los fogonazos de láser fundían asteroides y los dividían en minúsculas gotas de roca, que se congelaban rápidamente por el frío espacial. A su vez, los proyectiles de gauss encontraban a su paso la misma suerte de escudo en forma de asteroides. aunque la devastación era colosal, ninguno de los ataques planetarios tuvo efectos en el regimiento de cazadores pequeños que surcaban los anillos. Los escombros eran demasiado pequeños para atravesar el escudo o el blindaje de los cazas y los escombros grandes eran fáciles de esquivar. Mientras tanto, la vanguardia del ataque se centraba en las defensas mineras, que, dado el tiempo de inactividad y el escaso personal debido a la nula actividad de la mina, redujeron a un puñado los problemas causados en el ataque frontal. Antes de ser descubiertos, un par de artilleros de láser y otro más de cañón gauss sembraron algo de temor en las filas de los pequeños atacantes. El artillero del cañón gauss mando un proyectil directamente a la carlinga de un pequeño caza, que lo hizo doblarse por la mitad y girar sin control contra una roca mediana. A su vez los artilleros de laser acosaban a las pequeñas moscas acribillando su escudo, y, en algunos casos, hacerlo colapsarse e impactar en el blindaje, haciendo daños de diferente consideracion.
Poco tiempo tuvieron para hacer mas de lo acumulado en cuanto una veintena de pequeñas naves se lanzaron en un picado en cuña que concentró el fuego en la voluntariosa defensa, haciendo añicos los nidos en los que estaban encastrados.
Lanzados en pos de la mina, las naves empezaron a disparar sus laseres en zonas muy concretas, buscando usar el poder destructor de su haz de luz como un escalpelo. Allí donde era difícil "cortar", un caza se posaba y usaba su láser de precisión para hacer su trabajo. Pocos minutos después, la estructura estaba libre casi por completo del asidero que eran los enormes asteroides. Casi inmediatamente pequeños grupos de cazas amarraban gigantescos tramos de estructura y volvían rumbo a la nave nodriza.


Nave nodriza S1-GR3 "Stronghold"
Despacho asignado de la corporación Blankops.


El General se paseaba nervioso por la oficina. Profundamente turbado, miraba de reojo a las otras dos personas que ocupaban los asientos del escritorio.
-¿Me va a explicar el porqué de una operación de este calibre, con el único objetivo de una mina orbital seca? Admito que la estructura es colosal y además con aleaciones fantásticas, pero no me parece que sea bastante para justificar este despliegue de tropas.
El hombre, bajo pero corpulento, muy bien vestido y pulcramente peinado, lo miró de arriba a abajo.
-Lo cierto, General, es que ignoro porqué le preocupa este punto. El contrato lo dice bien claro: Recibirían una cantidad fija respecto al numero de tropas usadas. No hay negociación en lo que se refiere a la productividad de este reciclado, que además como puede comprobar, no es como para que resolvamos algún problema de escasez allá donde la haya.
-No trato de renegociar nada señor director. Lo único que quiero saber es porqué llevamos ya cuatro maniobras que no servirían ni para construir una estación de información en una luna cercana. Y porqué siempre ha de ser el Coronel Ceriam el que siempre se encargue de estas medianías. El talento de ese hombre se está desperdiciando en algo de poquísima valía ¿o no?.
-Usted lo ha dicho General. Ceriam es el mejor, y es lo que nos conviene para nuestros intereses.
Como puede comprobar, ha traído la mina ENTERA, cuando cualquier otro de sus oficiales probablemente nos la hubiese traído hecha añicos.
-¡Por eso mismo! ¿a quien le importa una mina abandonada y seca? ¿que sentido tiene?
El otro hombre, sentado al otro lado del escritorio, puso de manifiesto su cansancio, se inclinó hacia adelante apoyando los codos en la mesa y mostrando su cara a la luz de la lámpara de diseño antiguo. Era viejo, delgado y muy alto, pero su semblante le conferia un aspecto muy vivo.
-Ya está bien General. Los asuntos de la corporación deben, y lo hacen, escapar de sus conocimientos. Llevamos siglos sacando el máximo rendimiento a todas nuestras formas de producción. Así que ahora no venga a tratar de comprender la estrategia que nuestra compañía ha trazado para la consecución de sus objetivos.
Si hace el favor de dejarnos a solas...
El General, quieto en medio de la pequeña sala, miró al director y otra vez al presidente, se atusó el uniforme mientras daba media vuelta y cerró la puerta del despacho tras de si.
El presidente volvió a recostarse contra el respaldo de la silla.
-Harry
-Que
-A veces creo que hablas demasiado, no me interesa tener al imbécil de General Ottermark fisgando en nuestros asuntos.
-William, este hombre es un militar cerrado. Si le sacas de eso, es como una vaca a los mandos de un tren. Solo trataba de darle algo de conversación, a ver si era capaz de dejarle satisfecho.
-Incluso para Ottermark es demasiado evidente que estas maniobras no son para nada normales, así que la próxima vez habla con el Almirante, y dile que asigne a otro enlace.
-Pero ¿y Ceriam? está vinculado a Ottermark de manera muy estrecha...
-Ya, ya lo sé. Por eso te digo que hables con Vimas para que lo arregle, a ver por donde nos sale.
-Tal vez no haga falta una próxima vez. Quizá esté en esta mina.
-Ojalá Harry, ojalá.

Nave nodriza S1-GR3 "Stronghold"
Sala de descanso de oficiales


-¡Coronel! ¿como usted por aquí?
Ceriam torció el gesto y de inmediato, el camarero se puso pálido.
-Sirvame un refresco, cabo.
El cabo, sobreponiendose, no preguntó nada mas, no tenia sentido que le precisase que tipo de refresco quería, así que le pondría el mas popular y rezaría.
El coronel aún llevaba el uniforme verde oliva, lo que significaba que no había pasado por su compartimento. Oteó la sala de descanso de los mandos y vió a quien buscaba. El alto y esbelto hombre de color, sobresalia una cabeza por encima de sus acompañantes. Cuando se vieron, sonrieron.
-Buenas tardes Capitán.
-Buenas tardes mi Coronel, no creí que le fuese a ver alguna vez en la "cantina".
-Estiraba las piernas, pero dime ¿que tal ha ido todo ahí abajo Paul?
-Bueno, como lo que viene siendo costumbre, muy fácil mi Coronel, la mina apenas tenia defensa y la planetaria tenia poco que hacer. Aunque, ni siquiera sé porqué intentaban retenerla cuando estaba muy claro que eramos suficientes para llevarnos ese armatoste sin problemas
-Sí, todo es muy extraño. Estas pequeñas escaramuzas en pos de objetivos sin relevancia me tienen desconcertado...¿que se puede sacar de esta mina? ni aún juntándolas con los beneficios de los últimos cuatro ataques nos daría para un puesto de avanzadilla en el exterior de un sistema solar.
Paul, le miró extrañado. Su compañero en muchas guerras siempre había sido frio y profesional en lo referente a sus funciones en el ejercito. Máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo, respeto y rigor férreo a las condiciones del contrato, eran algunas de sus máximas. Nunca se preocupaba de las intenciones de la compañía con la que contrataban, no eran asunto suyo.
Pero empezaba a verle preocupado, mas humano, por así decirlo.
-¿sabes si alguien ha ido para analizar la mina?
-Si, gente de la corporación, pero además creo que también ha subido el director
-¿otra vez? Paul ¿cuando has visto a un ejecutivo ir a hacer el trabajo sucio de los peritos?
-No lo sé Arbold ¿que mas da? tal vez tenga curiosidad por...
-No, Paul. Esto es muy extraño. Me gustaría echar un vistazo. ¿vienes?
Paul apuró su cerveza y se puso en disposición, mientras Arbold, dejaba su refresco entero en la mesa y dio media vuelta hacia la salida.


Planeta Indico, borde exterior del tercer anillo de defensa de la alianza del Gran Rojo.
Universidad Sausafes. Aula de Teoría Nano.

El profesor explicaba con aire cansado un teorema sobre la nanotecnologia. El hombre, de avanzadisima edad, tenia un aspecto muy saludable, fuerte y vigoroso, su espesa cabellera cana estaba enmarañada por puro descuido, y la barba de varios días le obligaba a rascarse casi continuamente.
-Este teorema lo postuló Víctor Sausafes a principios del siglo XXI, y es la base sobre la que descansa toda la tecnología a la que se asocia, lo cual quiere decir que todo aquello relacionado con este campo ha de pasar antes por la criba del teorema, descartando todo aquello que no cumpla los requisitos aquí expuestos.
Se apoyó en la pared junto a la "pizarra" holográfica que pendía suspendida en el aire a escasos centímetros de la pared.
-¿alguna duda?
Una chica levantó la mano, el profesor se fijó en ella, no supo determinar que edad podría tener, pero era alta y esbelta, el pelo, rojo como hilo de cobre, no le llegaba mas que al cuello sin peinado definido, sus ojos eran negros pero no muy expresivos. Entonces habló:
-Dados el avance de la tecnología ¿como es posible que no se hallan superado las trabas que implican un teorema de hace mas de quinientos años? ¿no estamos preparados para ir mas allá?
El Profesor, al principio un poco irritado, se fue calmando y contestó.
-Verá señorita, este teorema, mas que un guia de uso, es un manual de seguridad. Si perdiésemos el control de un paquete nano, podría crecer y devorarlo todo a su paso hasta que se pudiese neutralizar. Así, todo lo que escape al teorema de Sausafes, es susceptible de salir de los parámetros de control que gobiernan una población nanobótica y por lo tanto muy peligroso, como asi se ha demostrado en el pasado en numerosos experimentos. Si un paquete de nanos médicos escapasen de sus tareas acotadas, quien sabe lo que podría hacer en el paciente, o en el tratamiento de residuos o cualquier equipo electrónico de servicio domestico o publico...
La chica pelirroja le interrumpió:
-¿Y que hay de los avances bélicos que se consiguieron hace ciento cincuenta años para construir naves gobernadas con población nano?
El anciano profesor le lanzó una mirada acerada a la descarada chica, apretó los puños, cerró los ojos y se tranquilizó.
-Debería usted saber joven, que eso es una leyenda de la cual nada ha podido ser demostrado, esas naves de guerra son nada mas que un bulo inexistente.
-Yo no he hablado de naves de guerra profesor...
-Es de lo que habla la leyenda señorita
-Esa leyenda es mucho mas profunda de lo que se chismorrea ¿verdad?
El profesor, cansado, quiso zanjar la discusión en seguida.
-Solo son paparruchas joven, no lo tenga en consideración y centrese en la materia que aquí impartimos. Cuando se licencie investigue lo que quiera, o lo que le dejen.



El profesor se recostó en su sillón orejero con una copa de whiskey en la mano. Melancólico, miró un retrato en papel fotografico que tenia sobre el escritorio del despacho de su casa.
Sonó el teléfono, pulsó la tecla del aparato y respondió:
-¿digame?
-Buenas noches Andy
-¡Miles! ¿como estas viejo amigo?
-Tirando amigo, tirando.
-Cuentame ¿como va...
antes de que Andrew terminase la frase, su interlocutor le interrumpió.
-Me han asignado otro destino Andy.
-¿y cual es el problema?
-Arbold se queda donde está...

El viejo profesor se puso blanco y dejó caer la copa, que se estrelló contra la alfombra.
-Mierda, lo saben ¿que están haciendo?
-Buscan las memorias, estoy casi seguro.
-Sabia que esa era la razón por la que se quedan con Ceriam.
-Sin duda. Tenemos que vernos cuanto antes y ver que podemos hacer.
-Prepararé el encuentro y te avisaré enseguida.
-De acuerdo.
El anciano volvió a pulsar la tecla y se desplomó contra el respaldo del sillón, entonces escuchó un ruido.
Extrañado, se levantó y fue hacia la primera planta, revisó el baño y dos de las tres habitaciones, iba a abrir la tercera habitación cuando escuchó otro ruido, pero sumamente leve, casi inaudible, que venia de la biblioteca. Entró en su habitación con sigilo y premura, como si tuviese una quinta parte de su edad y cogió un arma. Empuñó la pistola de proyectiles aturdidores y se dirigió a la biblioteca. Aproximó el oído a la puerta, cogió el pomo, y de un rápido movimiento abrió apuntando con la pistola hacia una sombra, que desapareció antes de que los proyectiles impactasen en su cuerpo, estrellándose contra una pila de libros.
Cuando volvió a ver la sombra a su derecha ya era demasiado tarde, un fuerte golpe en el oído derecho le hizo desplomarse hacia su izquierda, pero rodó y consiguió conservar una posición defensiva en cuclillas, apuntando de nuevo con su arma, pero esta vez a su oponente. La figura le quitó la pistola de un puntapié, a lo que el viejo profesor respondió cogiendo del pie de apoyo a su enemigo, haciéndole caer. Veloz, Andrew se abalanzó contra la sombra que le hostigaba cogiéndola del tronco, la levantó en vilo y la lanzó contra la pared como si la arrastrase un huracán, cuando el intruso aterrizó cargó velozmente contra el viejo, estampándolo contra la puerta abierta de la biblioteca y haciéndola astillas. Andrew levantó los puños y descargó su furia por dos veces contra su contrincante, en la espalda y en la cabeza, haciéndole tambalear, trastabilló hacia atrás, pero recuperó la compostura inmediatamente, dio tres pasos hacia adelante y atacó al anciano profesor con una violencia y velocidad inusitadas, le propinó una patada en el plexo solar y dos crochés con ambos puños que dejaron medio noqueado al viejo profesor.
-Así que, no es usted un ancianito convencional ¿verdad profesor?
La voz de la chica le vino a la cabeza de inmediato, alzó la vista y encendió la luz de la biblioteca. El intruso se quitó el pasamontañas dejando al descubierto su identidad.
-¿Tú?
La chica pelirroja de su clase, esta vez sus ojos se mostraban expresivos, y se les veía divertidos, pero negros y extraños, como lo recordaba de la clase.
-¿se encuentra bien Andrew?
-¿Que haces en mi casa?
-No quería que esto pasase mi General, pero me disparó, tenia que reducirle.
El profesor frunció el ceño, extrañado.
-General...hace mucho de eso, ¿quien eres y como sabes eso? ¿que haces en mi casa?
-Busco las memorias del experimento "Ángel"...
-Pues aquí no las encontrarás, es todo un mito ¡una leyenda!
La chica, enfurecida, se puso cara a cara con el profesor, abrió el ojo izquierdo con los dedos y quitó la lentilla. Ante los ojos del profesor, apareció un ojo diferente a lo que cualquier humano poseía, sin pupila ni iris, de color verde, y que emitía una luz muy, muy tenue.
-No es preciso que le diga de donde vengo mi General, porque creo que lo sabe de sobra, ahora digame donde puedo encontrar las memorias.


lunes, 1 de febrero de 2010

Y entonces...

El mandoble le mandó al suelo, pero se levantó presto, todo lo rápido que le dejó la sorpresa y la confusión que lo embargaban.
El otrora compañero de varias guerras había enloquecido, y, ciego de ira, descargaba con dureza la fuerza de su acero contra su compañero de armas. La armadura era espesa, la placa del pecho estaba profundamente golpeada, pero resistiría mas oleadas, sus brazos y piernas, sin embargo, estaban seriamente lastimados, lo que unido al gran peso de la enorme armadura y la poca visibilidad que le otorgaban los pocos orificios del pesado casco, se tornó en una peligrosa trampa para conejos.
Sin embargo, ya estaba acostumbrado, y fintaba los ataques con destreza y gran parte de los ataques de su adversario acababan haciendo saltar chispas en la pared contra la que lo tenia acorralado.
Como mucho, usaba su quebrada espada para repeler algún nuevo intento de mandoble, a la vez que esquivaba como buenamente podía, en este sentido era un buen guerrero, pero no sabia como acabar con esta situación en tal desventaja, así que siguió defendiéndose, pero cada vez le llegaban golpes mas contundentes, las piernas recibieron duro castigo, haciendo que cada pequeño movimiento fuese una tortura.
La presión de la armadura sobre su carne le iba haciendo cada vez mas mella, apenas podía respirar, moverse o atacar, y, lo que en su día fue su salvoconducto para librar las mas horribles guerras, se había convertido de repente en su propio ataúd de hojalata.
Por fin, vio algo, discurriendo por el camino que él había andado, junto a la pared, galopaba otro caballero, el cual descabalgó y observó la situación.
Con nuevos bríos, se levantó, magullado, y trató de dar la vuelta a la situación, pero sin éxito, a lo que su terrible enemigo respondió propinandole dos terribles golpes que hicieron que le sangrase la boca. Levantó la cabeza y vio, y el caballero que llegó en ultimo lugar, al que reconoció de su mismo linaje, harto de la situación, aseveró su mirada, se puso el yelmo y sacó su espada cuando empezó a andar...
Pero algo iba mal, no iba en su auxilio, y la desesperación le invadió. El antiguo compañero, ajeno a esto, insistía en atacar, buscando un ultimo golpe de gracia, hasta que, cuando el último caballero quedó a tres metros, le lanzó su espada y gritó: "¡Mátalo o yo mismo te mataré con mis propias manos!"
Encolerizado, con el sabor de su sangre muy presente, desenfundó su puñal, y se tiró al cuello de su gigantesco adversario, al cual le propinó un severo golpe en la cabeza y una terrible patada en la rodilla. Desconcertado, su contrincante le miró perplejo y le volvió a atacar en un ciego ataque de rabia. Aprovechó la carga de su oponente para moverse a un lado, levantándole el brazo e insertando su puñal en la rendija de la axila, pegado a su placa pectoral, de un solo y certero golpe seco...